ACCIONES INÚTILES, INTENCIONES PERMANENTES
Acciones inútiles, intenciones permanentes
El humedal está vivo. Respira y siente entre un constante
vaivén de inundaciones y sequías. Esa pulsación del agua nos recuerda que el
territorio es en esencia, movimiento y variación. Sistemas en constante
desequilibrio, cuya aparente estabilidad no es más que la forma visible de sus
fluctuaciones.
Evelyn Tovar se adentra al humedal, observándolo,
explorándolo y conociéndolo. Retomando los planteamientos de Liliana López
sobre la imaginación geográfica, su práctica se configura como un acto de
apropiación territorial, tanto material como simbólica, que deriva en una
operación de representación. En esta propuesta se inscribe un cuestionamiento
sobre la fragilidad de los métodos y la rigidez de las intenciones en la
aproximación a un territorio donde confluyen dos temporalidades: el pulso de la
artista y el pulso del humedal. Las tensiones entre lo efímero y lo permanente,
lo móvil y lo inmóvil, así como entre lo frágil e inestable frente a lo estable
y duradero, se hacen evidentes en los objetos dispuestos y yuxtapuestos en el
espacio expositivo.
Acumulación es una impresionante instalación de plantas y hojas
elaboradas en barro. En sus formas oblongas, elípticas y asimétricas emergen
las huellas de sus nervaduras, como mapas secretos que revelan la cartografía
íntima de su propio devenir. Para Tovar, el barro contiene la memoria de lo que
carga el río y humedal en sus aguas, pues sus hojas se transforman y se
convierten en fango con el pasar del tiempo. Es un elemento vivo, que tiene su
propio latido. El modelado de las piezas se convierte en una forma de
observación y reconocimiento, tanto del tiempo implicado en el proceso como de
su durabilidad en relación con la temperatura y el entorno.
Singular es una
colección de imágenes de este territorio que articula la artista. Es un archivo
evolutivo del humedal donde las fotografías registradas no son capturas fijas
del tiempo; pues la impermanencia de estas presencias frágiles se desvanecen
con la luz hasta dejar únicamente el rastro de lo que alguna vez fueron. En
ellas surge una correspondencia entre la duración de la imagen, el ciclo del
humedal y el pulso humano: cadencias distintas que, al entrelazarse, trazan la
medida de la existencia.
El trinar de los pájaros envuelve la sala, donde subyace un
compás rítmico casi imperceptible, que actúa como un metrónomo de intervalos
precisos que corresponden a su propio pulso. Púlsar es una
videoinstalación en la que esa palpitación trasciende la pantalla y se
convierte en una evocación que, al proyectarse, reiterarse, difundirse y
conservarse, funciona como medida del tiempo y el espacio.
Tovar nos deja con un objeto inquietante. Fijo y constante, una cerca de bronce
que retiene la forma de aquellas en madera que aparecen caprichosamente en el
humedal. Un monumento inútil, que al perder su valor de uso y despojarse de la
fragilidad y transitoriedad de un material como la madera se instaura como una
idea de control.
En sus formas poéticas emergen los matices de un territorio
que se vuelve paisaje, donde irrumpe una presencia distinta a la propia y así
el pulso de la artista y el del humedal devienen en el reconocimiento de un
otro distinto.
Viviana Mejía
Curadora














Comentarios
Publicar un comentario